ARTÍCULO NO. 4
CIENCIA CONTRA TEOLOGÍA, EN LA EDAD MEDIA
“… y sin embargo se mueve” Galileo Galilei
Una de las muchas definiciones que puede tener la ciencia, se refiere a que es la explicación racional, objetiva y práctica de una parte del universo. En ese sentido se puede explicar la racionalidad de la ciencia en virtud de que los fenómenos ya sean estos naturales o sociales pueden analizarse a través de su razonamiento lógico, pudiendo utilizarse diversos métodos unos más aceptados que otros, como el método inductivo, deductivo, hipotético – deductivo, cuantitativo y cualitativo, los cuales desde su particular perspectiva permiten establecer así conjeturas que se traducen en hipótesis que a fuerza del avance científico van cambiando a una velocidad increíble.
Fue por estas razones ya explicadas y
mencionadas, que en la Edad Media y muy particularmente a partir del
Renacimiento o redescubrimiento de la cultura griega en Europa, la Iglesia
Católica entro en un abierto conflicto con el quehacer científico, puesto que
esos conocimientos anteriormente exclusivos de los eruditos católicos,
comenzaron así a ser asimilados de forma asidua por los europeos,
particularmente en la ciudades de Bizancio y Florencia, en Italia.
Este roce de fuerzas intelectuales tenía por
parte de la Iglesia la consigna de limitar el acceso al conocimiento por parte
de las masas, puesto que el movimiento renacentista apelaba al cuestionamiento
no solo de la naturaleza, sino que de igual manera a las instituciones tanto
religiosas como de gobierno en la época Feudal, incluido el Catolicismo de
Roma, lo cual de ninguna manera convenía a la Santa Sede, que veía aterrorizada
sin hacerlo evidente, que su poder se debilitaba poco a poco debido al avance
de la mente humana que cuestionaba cada vez con mayor energía las enseñanzas
metafísicas de la institución religiosa.Al final, la ciencia ha ganado el terreno que durante casi setecientos años, le quiso arrebatar el dogmatismo católico, lográndose así, gracias a la inventiva y el ingenio humanos, revolucionar la ciencia, siendo esta la única expresión de rebeldía que debe permitirse dentro de un sistema libre, que concede la facultad de pensar, soñar e idear un mundo mucho mejor que el actual.
Sea esta la premisa del científico social.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Rougier,
Louis. El genio de Occidente. Segunda Edición (2005) Unión Editorial, España.
Quetzaltenango, 14 de febrero de 2014.
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