ENSAYO FINAL
CÓMO SE DESARROLLÓ LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL
“El único fundamento confiable de la
libertad personal es la seguridad de la propiedad privada…” Walter Lippman
Hacer una semblanza acerca del progreso
occidental, requiere ver en retrospectiva una historia que abarca más de dos mil
quinientos años, en la cual sus primeros indicios se pueden encontrar en la
antigua Grecia casi quinientos años antes de cristo.
Sin duda alguna esta civilización brindó los
primeros aportes que de muchas manera condicionaron el progreso de la
humanidad, comenzando por sus sistema económico o régimen esclavista, a través
del cual los griegos liberaron tiempo para poder dedicarse a otras disciplinas
propias de la gente libre en esa época, siendo el centro de toda esa generación
de conocimientos, la ciudad de Atenas, su capital.
Los atenienses, tuvieron a bien cultivarse
profundamente es áreas del conocimiento las cuales abarcaban la filosofía, las
letras, la escultura, la política cuyo corolario lo constituyó el sistema
democrático, asimismo exploraron el conocimiento matemático y geométrico, como
también sentaron las bases para lo que hoy por hoy se constituye en los
fundamentos de la ciencia económica.
A diferencia de otras civilizaciones que se
desarrollaron más o menos dentro de la misma época, tales como los chinos, los
hindúes y los árabes, los griegos por su parte aprendieron a cuestionar los
fenómenos, ya que esto les permitía hacer una comparación racional y lógica
acerca de los factores que condicionaban su presencia en la naturaleza y por
ende en la vida de los hombres, de tal cuenta que ya establecían relaciones de
causa y efecto, evitando así explicaciones metafísicas o religiosas.
Así, la civilización griega, tuvo como aporte
trascendental no solamente la ciencia como se le conoce hoy en día, sino que
también en ansia por ser libre siendo esta la única condición que permite el
progreso de los hombres.
Más adelante, en el devenir de las centurias
surge otro imperio, el cual mostró al mundo el significado de la grandeza
material, tal es el caso de Roma. Esta civilización tomó los conocimientos
aportados por los griegos, para utilizarlos en su propio beneficio, de tal
manera que se convirtió en un reino conquistador cuyos límites abarcaban desde
Gran Bretaña hasta Asia menor.
El Imperio romano por su carácter de conquistador,
también dividió a la sociedad en hombres libres y esclavos, pero en muchos
casos lo que hacían con los territorios conquistados era someterlos al dominio
del César, pero sin imponer su cultura o religión, ya que lo consideraban un
atraso para la civilización, de esa cuenta, para mantener el orden civil, los romanos desarrollan la ciencia del
Derecho, por medio del cual se regula la conducta de los individuos y las
instituciones en general, lo que permite una mejor interacción en los aspectos
económico, político y social.
De esa cuenta, la vastedad del Imperio romano
creció de tal manera en el transcurso de los siglos, lo cual propició su
debacle. Al corromperse los emperadores y al hacerse cada vez más difícil el
control sobre los esclavos de origen bárbaro quienes se rebelaban
constantemente en las provincias romanas, esto a su vez ocasionó que el Imperio
tuviera que contratar ejércitos bárbaros para sofocar dichas rebeliones, lo
cual a su vez provocó que ante la escasez de dinero para financiarlos se optar
por envilecer las monedas de oro y plata, que demeritaron tanto en tamaño como
en valor ya que se mezclaban con otros metales de naturaleza corriente como el
hierro y el cobre, lo cual ocasionó una sobreabundancia de dinero que no valía
nada. Esto tuvo como efecto el aumento general y sostenido de los precios
–inflación- lo cual provocó un descontento entre todos los ciudadanos,
propiciándose así que los esclavos de origen tuvieran a bien unirse a los
ejércitos bárbaros financiados por Roma, lo cual propicia su caída definitiva
alrededor del año 400 D.C.
Es así como se hace notorio que una de las
formas de conseguir que una nación próspera se convierta en decadente, es
precisamente el envilecimiento de la moneda acompañado de una inflación creciente.
Posteriormente a este suceso, se establece un
nuevo sistema económico en una época a la que se le conoce como la Edad Media,
surgiendo así el sistema Feudal. En este período es cuando se conforman la
mayor parte de las naciones europeas, en las cuales rige un rey o monarca,
quien para administrar de mejor manera sus territorios los asigna a sus
familiares cercanos otorgándoles títulos nobiliarios tales como Duques,
Marqueses, Condes, etc.
Es una época en la cual el régimen esclavista
se ha abolido, pero en su lugar queda la figura de la servidumbre a la cual son
sometidos los llamados siervos de la gleba, a quienes se les asigna una parcela
de territorio para que vivan en ella, pero de la cual deberán entregar en
calidad de tributo la mayor parte de su producción a los señores feudales,
quienes son los familiares del monarca, los cuales a su vez le trasladan un
tributo mayor al soberano.
Cabe destacar que para el momento histórico en
mención el poder detrás del trono en las monarquías estaba representado por la
Iglesia Católica Cristiana, la cual se origina unos siglos antes de la caída
del Imperio Romano y cuya fe se difundió rápidamente por toda Europa, pero de
una manera tal que convenía a sus intereses y que les aseguraba el control
financiero por el poder e influencia que ejercían sobre los monarcas.
Bajo dicha religión surgen asimismo los
llamados monjes escolásticos, quienes gracias a la recuperación de los escritos
griegos y romanos de la antigüedad, incursionan en el saber científico en
disciplinas como la alquimia, la matemática, la lógica, la ética, el derecho,
la política y la economía, haciendo aportes muy valiosos para esta ciencia en
particular tratando temas como: la usura, la propiedad privada, el respeto a
los contratos, el libre comercio, el envilecimiento de la moneda y la
inflación.
Dado el poder e influencia que la iglesia tenía
entre los hombre de la edad media, el conocimiento aportado por los griegos se
encontraba limitado para ser utilizado solo por los escolásticos medievales,
sin embargo, algunos ciudadanos ricos y cultos de la época, en su afán por
aprender más acerca de esos conocimientos, comienzan gracias a la invención de
la imprenta a escudriñar los escritos griegos, aprendiendo de ese legado y más
aún, superando las expectativas, lo cual generó una explosión en las artes y
las ciencias de la época, siendo así como surge la corriente conocida como el
Renacimiento.
Los máximos exponentes renacentistas comenzaron
a cuestionar la metafísica dogmática que traía implícita la religión Católica,
bajo la cual ningún conocimiento o avance científico que no estuviera acorde a
las sagradas escrituras se constituía en válido, corriéndose el peligro de ser
juzgado bajo la Santa Inquisición, pudiendo perder su libertad o su vida,
además de ser calificado como hereje.
A este selecto grupo de “herejes” pertenecieron
Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Nicolás Copérnico y Galileo Galilei. Estos
hombres de ciencia, con sus observaciones y hallazgos, lograron desmitificar
muchas de las aparentes verdades que a manera de paradigmas irreemplazables se
daban por aceptados en la edad media, tales como “el ser humano como el centro
del universo”, “el sol gira alrededor de la tierra” y “la generación
espontánea”.
La Edad Media así, fue el preámbulo de las
grandes exploraciones y los asombrosos descubrimientos tanto en el antiguo como
en el nuevo mundo, surgiendo inventos como el astrolabio, el telescopio, la
bomba hidráulica, el arado, y otros avances en medicina, ingeniería y mecánica,
mismas que lograron de esta manera impulsar el desarrollo de esta época.
Ahora bien, el adelanto occidental con relación
al evidente atraso manifiesto en las civilizaciones orientales como China e
India, también tuvo su razón de ser, y esto definitivamente tuvo que ver con la
manera a través de la cual concibieron y entendieron el mundo, pues para ellos
el contexto religioso no tenía comparación con nada que no estuviera dentro de
los cánones de su filosofía, esto es la introversión, puesto que tanto la religión
budista como también el hinduismo, hacen uso de una filosofía que pretende
colocar al individuo en una situación de armonía para con la naturaleza, lo
cual al acercarlo más al “yo interior” por medio de la meditación y el
desdoblamiento del espíritu, se obtiene un resultado de abstracción total de la
realidad física lo cual en el mundo real no representa mayor relevancia, puesto
que los problemas y los conflictos continúan allí y es el hombre el único
responsable de resolverlos.
De ahí se deduce que los efectos que tienen las
religiones en la sociedad pueden ser totalmente contraproducentes para su
progreso. De esta manera, civilizaciones como las ya mencionadas y que lograron
desarrollar conocimientos aplicados como matemática, física y geometría, jamás
pudieron dar el salto hacia el desarrollo que tuvo occidente, pudiendo
inclusive superarlo, puesto que ciencia no les faltaba, pero el sometimiento
religioso al que estaban circunscritos no beneficiaba en absoluto la expansión
de la libre acción humana.
Definitivamente es en el siglo XVIII, cuando la
humanidad da el primer salto tecnológico e intelectual de grandes proporciones
en la búsqueda del desarrollo, han finalizado los regímenes tanto Feudal como
Mercantilista y en Inglaterra particularmente se produce una revolución que
establecería nuevas relaciones en la producción y que propiciarían mejores
condiciones de vida para el resto de Europa y el mundo, dando inicio así a la
época Liberal la cual viene acompañada por la revolución industrial.
Se dice que en términos económicos el
capitalismo liberal produce en masas para las masas, y es que no se debe
olvidar que en una sociedad existen infinitas necesidades, mismas que para ser
satisfechas requieren de la participación en primer lugar de agentes que se
dediquen a la producción a la venta de bienes y servicios y en segundo lugar,
de aquellos que van a adquirirlos.
Se desarrollan así las fuerzas del mercado,
representadas por la oferta y la demanda, cuya interacción permite estimular
tanto la producción como el consumo, y particularmente en la primera su
incremento, gracias a la mecanización de los procesos, siendo este un proceso
que viene condicionado por el ahorro e inversión sistemáticos que se dirigen
específicamente a aquellas actividades que son más rentables o que generan un
mayor beneficio para el consumidor final.
La innovación en este momento histórico hace
uso de presencia dentro de este nuevo sistema, cuyo propiciador es el capital.
De esta manera, comienza a evidenciarse una notable mejora en los bienes y
productos generados, como asimismo un incremento en los salarios, derivado de
lo cual muchas personas que viven en zonas rurales de Europa, al ver que sus
conciudadanos ganan más y viven mejor gracias a la máquina, deciden emigrar a
la ciudad, dejando atrás una actividad agrícola que si bien en épocas pasadas
era la más importante y fundamental en la economía de estos pueblos, pasa a
segundo plano, gracias al deseo de superación y mejora que las industrias
ubicadas en las grandes urbes puede proporcionar.
Y no es que en sí misma la agricultura haya
pasado a un plano inferior o secundario, simplemente es la acción natural del
ser humano de pasar de un estado de insatisfacción, a uno más satisfactorio, y
aún la actividad agrícola fue alcanzada por estos avances tecnológicos mediante
la mecanización de las siembras a través del arado, la fabricación de
fertilizantes y los molinos de vapor, que permitieron hacer a la tierra mucho
más productiva y eficiente, siendo ejemplo de lo anterior el hecho de que solo
en los Estados Unidos de América, el 2% de la población se dedica a la
agricultura, alimentado de esta manera no solo al país, sino que su
sobreabundancia redunda en productos que pueden ser exportados o incluso
donados a naciones amigas con grandes necesidades.
Todo esto fue posible gracias a las condiciones
de libertad económica que fueron impulsadas en su momento por aquellos
dinámicos sociólogos de origen británico como Adam Smith, David Ricardo o
Thomas Roberto Malthus. Fueron ellos quienes con su conocimiento profundo de la
vida mercantil de la época aportaron los principios del libre mercado que
continúan permitiendo el desarrollo de todas aquellas naciones que necesitan
comprar, pero que también desean vender.
Entonces, es posible de esta manera deducir
que, el progreso y desarrollo de la humanidad no dependen estrictamente de la
posesión de recursos naturales, o de haber nacido dentro de cierto grupo étnico
o bajo condiciones especiales o particulares. En general puede decirse que todo
esto es superfluo comparado con la innovación y capacidad del intelecto humano
que ha tenido que luchar a través de su historia contra un entorno que jamás le
ha sido favorable, y que como menciona Mises, L., al referirse a la naturaleza
en el sentido de que esta es avara y en exceso, ya que el hombre ha tenido más
bien que luchar contra ella para obtener el máximo provecho, siendo así como a
través de un proceso de dominación, ha logrado obtener de ella sus secretos,
mismos que le han servido para proveer a sus semejantes de mejores condiciones
de vida en el planeta.
Este progreso intelectual que se origina de la
curiosidad y la imaginación que solo los humanos poseen es lo que al final, gracias
al pleno uso de sus libertades le otorgan la facultad de modificar su entorno
en la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades.
Es quizás de alguna manera, y como muchos
afirman, un proceso egoísta en la búsqueda del bienestar personal, pero de ninguna
manera se producen beneficios exclusivos y únicos, sino que por el contrario,
se generan más bien grandes ventajas que todos los integrantes de la
civilización pueden así alcanzar, convirtiéndose esto en la principal razón
para abrazar la libertad y la democracia, sin cuyos evidentes beneficios no
sería posible de ninguna manera sostener el nivel de vida actual.
Y es que, en general a todos conviene la
prosperidad ajena, ya que de ella se generan a través del efecto de la “mano
invisible” de Adam Smith, todos aquellos bienes y servicios sin los cuales la
vida tal y como se concibe, no sería de ninguna manera posible.
“Es libre el hombre que vive como ha escogido
vivir…” Epícteto (55 – 135 D.C)
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Rougier, Louis. El genio de Occidente. Segunda
edición (2005). Unión Editorial, España.
Quetzaltenango, 21 de marzo de 2014
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