ARTÍCULO NO. 2
EL TODOPODEROSO ESTADO: ¿ES NECESARIA SU PRESENCIA?
“El estado es y deberá
ser nada más que la fuerza común organizada, no para ser un instrumento de
opresión y saqueo mutuo entre los ciudadanos, sino, por el contrario, para
garantizarle a cada cual lo propio y hacer que reinen la justicia y la
seguridad…” Frederic Bastiat
La sociedad guatemalteca, posee como bien es
sabido, toda una serie de cualidades que la hacen única, integrando a la vez
una serie de idiosincrasias que la hacen muy diferente en alguna medida, al
resto de naciones en Latinoamérica. Estas características que se relacionan con
los aspectos culturales, idiomáticos, sociales y económicos, reflejan a este
país tal cual es, con la bondad inherente a su gente, su marcada pobreza y,
vale decir también, su indiferencia ante los hechos políticos que condicionan
su desarrollo.
En un plano superior de todos los elementos ya
mencionados, se encuentra una figura que desde hace varios siglos, se ha
enraizado a través de las épocas, más como un obstáculo, que como un beneficio.
Dicha figura la constituye el llamado así “Estado benefactor”.
Diversos autores, filósofos y pensadores, desde
la antigua Grecia, han expresado sus opiniones acerca de la conveniencia o no
de su presencia en la vida en sociedad; de ahí que en los anales de la historia
en los últimos doscientos años, han surgido ideólogos que han llevado a
diferentes extremos el análisis de este controvertido ente.
Por un lado, se encuentran aquellos que han
“endiosado” su presencia bajo el argumento de que es indispensable que el poder
estatal lo controle todo, bajo argumentos idílicos tales como la igualdad y la
justicia social, aseverando bajo estas premisas, que un sistema en el cual la
sociedad sea la propietaria colectiva de los medios de producción, es la
idónea, y que para el logro de esto se requiere la presencia así del “Estado
todopoderoso”, el cual gracias a los
poderes ilimitados que por la ciudadanía le han sido conferidos, es el indicado
para el logro de todos los sueños y aspiraciones individuales.
Esta imagen, que al igual que aquellas que se
encuentran en los templos de muchas religiones, que “ni ven, ni oyen”, se
constituye en un símil para la mencionada línea de pensamiento, que a través de
un proceso de acomodamiento social, mismo que se caracteriza por un Estado que pretende
resolverlo todo, logra de esta manera implantar en la gente, la idea de que
todas aquellas inconformidades, desigualdades e injusticias sufridas en sus
amargas e improductivas vidas serán resueltas “como por milagro” por el único
que se preocupa por ellos, siendo este el poder del gobierno.
En contraposición a lo anterior y en el extremo
lógico del pensamiento inteligente, se encuentran aquellos quienes ven al
Estado tanto como una amenaza como
también un estorbo para el desarrollo de las sociedades. En el primer caso, y
puesto que como ya se ha mencionado, la figura estatal debe tener un límite a
sus poderes; el peligro latente de liberar esta restricción, radica en la
posibilidad política de abarcar más funciones de las debidas, prostituyendo y
corrompiendo a las instituciones, mediante la prestación de más servicios que
son de naturaleza ineficiente, de lo cual la consecuencia lógica deriva en que,
para poder ampliar la cobertura de estos servicios se requerirá “a fuerza”, del
pago de mayores tributos.
En el segundo caso, se considera que cuando un
gobierno amplía sus poderes, esto le otorga la facultad de intervenir en todos
los ámbitos del quehacer ciudadano, y particularmente en el aspecto económico,
por ejemplo con la emisión de moneda, la expansión crediticia, la fijación del
tipo de cambio y la tasa de interés, todo lo cual genera distorsiones en el
quehacer empresarial, mismas que se traducen como “Fallas del Estado”, que
posteriormente se convertirán en “Fallas
de Mercado”, siendo precisamente esos defectos no deseados un obstáculo para la
libertad económica
¿Y es posible acaso que el mercado falle?, a
ese respecto es necesario recalcar que el libre mercado como tal ha demostrado
históricamente, que es el único sistema que ha promovido el bienestar y el
desarrollo del hombre, pero esto se debe precisamente a los límites que en su
momento las sociedades intelectualmente aptas le han fijado a los gobiernos,
porque bajo esta premisa es la intervención del Estado lo que provoca que el
Mercado fracase.
En cuando a hasta dónde deben llegar sus funciones,
mismas que deben ser mínimas y esenciales; Adam Smith hace ya más de doscientos
años mencionó tres que se consideran básicas, siendo ellas: Proteger a la
sociedad de invasiones extranjeras, proteger a los miembros de la sociedad de
sí mismos contra la opresión y la injusticia y por último la realización de
obras públicas que por su naturaleza no pueden ser costeadas individualmente.
“El estado es y deberá ser nada más que la fuerza común organizada, no para ser un instrumento de opresión y saqueo mutuo entre los ciudadanos, sino, por el contrario, para garantizarle a cada cual lo propio y hacer que reinen la justicia y la seguridad…” Frederic Bastiat
BIBLIOGRAFÍA:
Amurrio,
Jesús. Clásicos del pensamiento político. 3era. Edición (2009). Universidad
Francisco Marroquín.
Quetzaltenango, 3 de octubre de 2013.
Que buen artículo, interesantísimo además...
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