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¿Es justo distribuir socialmente la riqueza?


ARTÍCULO 3

¿ES JUSTO DISTRIBUIR SOCIALMENTE LA RIQUEZA?

 
“El camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro…” Benjamín Franklin

 Puede sonar muy idealista, puede parecer muy humano y hasta puede ser aplaudible, sin embargo; ¿Se debe distribuir el fruto del esfuerzo ajeno entre aquellos que no han contribuido a generarlo? ¿No causa esto daño a la colectividad? ¿No se estará impulsando de esta manera la creación de una sociedad dependiente y paria?  Todas estas interrogantes de alguna manera pretenden advertir de ciertos riesgos inherentes a tal distribución.

Habrá quienes manifiesten que es muy humanitario el querer compartir, pero esta acción por si misma depende de la voluntad de quien así  lo desee  para que con sus propios recursos logre cierto bienestar a los  menos favorecidos.

Partiendo de lo anterior, es muy importante considerar que nadie está obligado a repartir los frutos de su trabajo, y menos aún de forma coactiva. Es de notar que los socialistas dentro de sus justificaciones ideológicas pretenden que todos los miembros de una sociedad alcancen un mismo nivel “digno”, o sea, que todos se encuentren al mismo nivel y con igualdad de oportunidades ya que esto se considera justo, y es que, dentro de este orden de ideas, se plantea como una obligación redistribuir la riqueza.

Esto a todas luces es un garrafal error, puesto que la diferencia entre lo justo y lo no justo, no es responsabilidad de los actores en un proceso social, ya que en un orden espontáneo sujeto a normas abstractas de comportamiento, existen muchas circunstancias que por su misma naturaleza azarosa no es posible anticipar, de ahí que el infortunio, las carencias y la pobreza individual no son responsabilidad directa de nadie, por lo cual el argumento de la justicia social distributiva  no es para nada válido, debido a que  por ejemplo: el hecho de que una persona nazca con un defecto congénito, algunos lo tipificarán como injusto, si esto es verdad, ¿A quién se le echar la culpa..? ¡No es posible culpar a nadie por ello! Y del mismo modo, puesto que la sociedad funciona de forma espontánea tampoco es posible calificar como injusto que una persona carezca de recursos y otra si los posea.

Imagínese una situación por la cual el Estado de forma coactiva viniera y le exigiera que de sus ingresos o su producción, usted tuviera que aportar el 20% so pretexto de que esto permitirá “nivelar” la situación de personas que gozan de menos comodidades que usted, bajo la pena de que se le imponga un castigo por no contribuir al “bienestar común”. A simple vista, esto parece una situación utópica, sin embargo (y abra bien los ojos) esto es lo que está aconteciendo en Guatemala.

¿Será entonces que es legal o moral que como miembros de la sociedad estemos sujetos a un poder coercitivo que pretenda que los esfuerzos individuales de los miembros productivos del grupo se traduzcan en un modelo de distribución que otros consideren como justo? Nada pues, justifica tal aberración,  y es que se evidencia de esta manera que la justicia social distributiva inclusive se ha convertido mas bien en un pretexto bajo el cual se puede influenciar la bondad y la calidad moral del ser humano, convirtiéndose así en una trampa estatal en la que solo pueden caer los incautos y aquellos que desconocen por completo cómo es que funciona un sistema libre.

No cabe duda de que Hayek tenía razón cuando hiciera la comparación en cuanto a que esta llamada justicia social distributiva es muy parecida a la corriente metafísica (brujas, espantos y hechizos) puesto que en términos reales ninguno de los dos existe. De todo lo anterior se concluye que nadie tiene obligación de mejorar las condicionas de vida de nadie y menos de forma coercitiva,  y que la justicia y la sociedad son elementos que están relacionados pero que no son afines, ya que el ámbito de la ley nos indica como comportarnos en una sociedad y por otra parte  el conglomerado social no es más que el resultado de la libre y espontánea interacción de los individuos en un marco de libre albedrío.

“Muchos hablan sinceramente cuando dicen que desprecian las riquezas, pero se refieren a las riquezas que poseen los demás…” Charles Caleb Colton

 

Referencia bibliográfica

Hayek, Friedrich A. Derecho, legislación y libertad, Volumen 2. El espejismo de la justicia social. Segunda edición 1988. Unión Editorial S.A. Madrid

Quetzaltenango, 27 de abril de 2013

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