Este artículo fue publicado en la revista Dossier -e, de la Subsede Quetzaltenango del Colegio de Ciencias Económicas, edición del mes de febrero del año 2016.
LOS SALARIOS MÍNIMOS Y DIFERENCIADOS
COMO UN OBSTÁCULO A LA LIBRE CONTRATACIÓN.
Por: M.Sc. Alvaro Estuardo Gutiérrez Gamboa
Uno de los problemas económicos
que mayor discusión y polémica genera en torno a la opinión del ciudadano
guatemalteco, está representado por la figura de los salarios. En ese sentido,
y como ya ha sido costumbre desde hace algún tiempo, cada año la así llamada Comisión
del salario mínimo que cuenta con representantes de distintos sectores de la
sociedad tanto del sector público como del privado, se dan a la tarea de
“negociar” un incremento a los salarios esgrimiendo como una justificación
recurrente la inflación galopante y el alto costo de vida.
La intención que solo en
apariencia es buena, pretende asegurar que los ciudadanos guatemaltecos puedan
contar con un mínimo vital para poder así cubrir sus necesidades mínimas tanto
a título individual como familiar, lo cual no sonaría mal si no se considerara
el hecho de que cuando se toma unilateralmente la decisión por decreto de
aumentar los salarios, los guatemaltecos que en ese momento se encuentran
devengando dicho emolumento podrían muy probablemente perder sus empleos en el
corto plazo.
Lo anterior, en virtud de que la
fijación de un salario mínimo o diferenciado a través de una ley o decreto y debido
al hecho de que su pago es de caracter obligatorio para el patrono, éste, ya
sea que cuente o no con los recursos para pagarlo, de igual manera deberá
hacerlo efectivo porque eso es lo que le manda la ley, y por lo tanto ante un
panorama de recesión económica que viene afectando al país desde hace años y la
poca rentabilidad de las empresas en el medio, al empresario no le queda más
remedio que reducir el número de colaboradores con que cuenta al aumentar en
definitiva sus costos de operación, lo cual empeora en lugar de mejorar las
condiciones de vida de los ciudadanos necesitados de un empleo.
Es precisamente de la manera
anterior como el salario mínimo viene a convertirse en la máxima cantidad que
un patrono está dispuesta a pagarles a sus colaboradores, lo cual impide una
libre negociación para pactar los salarios. Es cierto que los salarios jamás
subirán por el “humanismo y buen corazón” de los patronos, pero mucho más
verídico es el hecho de que los salarios suben gracias a la mayor inversión de
capital que permite el aumento de la productividad en las empresas, de tal
manera que los costos se reducen y los salarios así pueden aumentar debido a
que el empresario tendrá que buscar la mano de obra de colaboradores que estén
dispuestos a trabajar por el salario que el ofrece y si ese salario no es
atractivo para quienes buscan un empleo en definitiva estas personas ofertarán
sus servicios con aquel que les pague mejor.
Lo anterior demuestra que, solamente
eliminando del sistema guatemalteco la nociva figura de los salarios mínimos y
liberando completamente el mercado laboral para que los ciudadanos tengan la
libertad para poder trabajar por hora, día o mes, se logrará que los salarios
aumenten; pero esto solamente se posibilita dentro de un sistema económico,
político y social con amplias libertades, esto es, sin que los gobiernos a
través de leyes como la del salario mínimo o el mismo Código de trabajo intervengan
en la libre contratación y negociación del precio de los servicios que prestan
los individuos a través de su esfuerzo físico e intelectual.
“El peor de los salarios es el salario cero…” Marta Yolanda Díaz Durán
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